CARTAS DE AMOR X
Mi amor:
Salì a la calle y una caricia brusca del viento del este, hizo que subiera el cuello de mi
saco para protegerme.
Sentì frìo.
Mis pasos levantaron ecos en la madrugada en la que ya se perfilaba el dìa…¡este dìa
tan esperado! Nos volveremos a ver, después de conocernos por años y sin saber que
èramos el uno para el otro.
Tu rostro de mujer de 40 años, se antepone al recuerdo de aquella de los 20años, los
mismos ojos negros y grandes, brillantes aceitunas, tu pelo ondeado, oscuro y gracioso
enmarcando tu rostro.
¡ Como te he amado en silencio !
Nunca me animè a hablar. Y acà estamos. Vos, divorciada. Yo, soltero.
Los recuerdos, me alejan o me acercan hacia ayer.
Cuando nos encontramos casualmente, el abrazo fue de dos excompañeros de estudios.
Esa actitud nos acompañò hasta el cafè de las tertulias, el cafè de los encuentros y las
despedidas. Llegamos sonrientes y abrazados.
Mientras nos ambientamos al lugar, mimetizàndonos con los demàs parroquianos,
nuestros corazones, solos y llenos de amor, se abrieron paso a travès de nuestra habla.
Todo se dijo. Todo dije.
Tu sorpresa, cuando te declarè mi amor, el cual callè, desde nuestros 15 años. Tus ojos
me analizaron, como si me vieras por primera vez. Vì el cambio de expresión en tu
mirada. Còmo descubrìas al hombre que te hablaba sinceramente. Como te deleitabas
con mi voz y con las palabras moduladas que una a una, sin prisa, salìan, contenidas por
tanto tiempo, palabras fecundadas, paridas, maduras, en el momento justo. Un instante
seguro, para mì, tan inseguro siempre.
Se abrazaron las manos sobre la mesa, extasiadas, sorprendidas, màgicas al contacto
nuevo.
Supe de tus desventuras amorosas y tu te enteraste de las mìas. Ambos sentìamos que
nuestras vidas se prepararon, sin tener conciencia de ello, para ese instante.
A vos te urgìa el tiempo, dabas clase en una escuela cercana, y yo, camino del negocio
que comparto con mi padre.
Costò despedirse.
Querìamos vernos ese mismo dìa, màs tarde, quizàs a la noche.
Pero fuè mejor asì. Vernos hoy.
Mientras, cada uno acomodò sus recuerdos, sus vivencias y tomò conciencia del nuevo
estado de las cosas.
Acà estoy.
He llegado al cafè de donde esta mañana saldremos tomados del brazo, prendidos los
ojos en una mirada descubridora, escuchando el sonido de nuestros propios pasos en la
calle, donde encontramos el amor para siempre.
Mientras te espero, bebo a pequeños sorbos mi cafè. Te veo cruzar la calle, con tu
cabello suelto.
Ràpidamente cierro la libreta donde escribì esta carta, pensando como despedida :
Un beso amor.
Salì a la calle y una caricia brusca del viento del este, hizo que subiera el cuello de mi
saco para protegerme.
Sentì frìo.
Mis pasos levantaron ecos en la madrugada en la que ya se perfilaba el dìa…¡este dìa
tan esperado! Nos volveremos a ver, después de conocernos por años y sin saber que
èramos el uno para el otro.
Tu rostro de mujer de 40 años, se antepone al recuerdo de aquella de los 20años, los
mismos ojos negros y grandes, brillantes aceitunas, tu pelo ondeado, oscuro y gracioso
enmarcando tu rostro.
¡ Como te he amado en silencio !
Nunca me animè a hablar. Y acà estamos. Vos, divorciada. Yo, soltero.
Los recuerdos, me alejan o me acercan hacia ayer.
Cuando nos encontramos casualmente, el abrazo fue de dos excompañeros de estudios.
Esa actitud nos acompañò hasta el cafè de las tertulias, el cafè de los encuentros y las
despedidas. Llegamos sonrientes y abrazados.
Mientras nos ambientamos al lugar, mimetizàndonos con los demàs parroquianos,
nuestros corazones, solos y llenos de amor, se abrieron paso a travès de nuestra habla.
Todo se dijo. Todo dije.
Tu sorpresa, cuando te declarè mi amor, el cual callè, desde nuestros 15 años. Tus ojos
me analizaron, como si me vieras por primera vez. Vì el cambio de expresión en tu
mirada. Còmo descubrìas al hombre que te hablaba sinceramente. Como te deleitabas
con mi voz y con las palabras moduladas que una a una, sin prisa, salìan, contenidas por
tanto tiempo, palabras fecundadas, paridas, maduras, en el momento justo. Un instante
seguro, para mì, tan inseguro siempre.
Se abrazaron las manos sobre la mesa, extasiadas, sorprendidas, màgicas al contacto
nuevo.
Supe de tus desventuras amorosas y tu te enteraste de las mìas. Ambos sentìamos que
nuestras vidas se prepararon, sin tener conciencia de ello, para ese instante.
A vos te urgìa el tiempo, dabas clase en una escuela cercana, y yo, camino del negocio
que comparto con mi padre.
Costò despedirse.
Querìamos vernos ese mismo dìa, màs tarde, quizàs a la noche.
Pero fuè mejor asì. Vernos hoy.
Mientras, cada uno acomodò sus recuerdos, sus vivencias y tomò conciencia del nuevo
estado de las cosas.
Acà estoy.
He llegado al cafè de donde esta mañana saldremos tomados del brazo, prendidos los
ojos en una mirada descubridora, escuchando el sonido de nuestros propios pasos en la
calle, donde encontramos el amor para siempre.
Mientras te espero, bebo a pequeños sorbos mi cafè. Te veo cruzar la calle, con tu
cabello suelto.
Ràpidamente cierro la libreta donde escribì esta carta, pensando como despedida :
Un beso amor.
Comentarios
Publicar un comentario